lunes, 27 de mayo de 2013

Una Gota de latex llega muy lejos....Porno chacha



Sus piernas suspendidas en el aire, rozando el vacío, se sintonizaban con los pensamientos perdidos en el infinito, ráfagas de aire frío provenientes del profundo valle atravesaban el cabello platino, removiendo cada mechón de Lucia. Se sentía como una mota de polvo en el universo, sentada en aquella roca.
Solo pensaba lo afortunada que iba a ser esta vez, porque sus chanclas estaban a buen recaudo, sonriendo de forma burlona al vació, el  roce del plástico de su tablet, le hizo volver a la realidad, incorporándose, y recogiendo el artefacto. Sus ojos se abrieron como platos, su cara tenía un matiz de sorpresa.
Mientras caminaba hacia su cabaña, paro en seco.

Estimada Lucia:



Desde que decidiste perderte en la naturaleza no he querido, ni atrevido a contactar contigo, puesto que ha pasado un tiempo prudente, y teniendo en cuenta lo persistente que han sido, no he tenido mas remedio que pedir que el Lunes sin falta te presentes en la Casona del Marques. Me he tomado la libertad de mandarte la dirección a tu correo, y los billetes de tren. Cuando llegues a la estación te recogerá un chofer…..bla,blabla….

Cuando volvió a levantar la vista, estaba de cara contra la puerta de la cocina, la cabaña donde Lucia había ido a refugiarse era de uno de sus mas íntimos amigos. Una cabaña mágica, porque con los siglos se había fundido en el entorno. Ella se refería a ella como la casa seta, pues no se apreciaba desde la lejanía, el musgo habia invadido todo el tejado que a primera vista parecía débil, y quebradizo. La hiedra campaba a sus anchas por las fachadas, haciendo que otras plantas también florecieran en la base. En las noches cerradas con las luces encendidas parecía la guarida de un gnomo, pero era acogedora, mágica, y tranquila. Digamos que la casa se había enraizado como otro arbol mas en el bosque, ya en la cocina con sinfonía serpenteando entre sus tobillos, haciendo difícil andar por la cocina.
Lucia removía cojones, con cara de preocupación, Levanto a Sinfonía del suelo, sentando la en la mesa, - donde estará, sinfonía- Miro rápidamente a su alrededor hasta parar en la lata de galletas. Estaba más bien vacía, solo una llave. La llave del sotano, el verdadero refugio de Lucia, alli guardados estaban todos sus preciados accesorios, vaporeta, uniformes para cada ocasión, ya que cada caballero o mejor dicho cada casa era diferente.
Abrió en candado de la puerta, para estirar el braza toqueteando en la oscuridad la fria pared buscando el interruptor, clip, - y se calentó la bombilla, esperemos que no estalle sinfonía, menudo susto-
Su preciado edén, su agujero, forrado en madera, con una caldera de agua caliente que hacia de corazón de la estancia, a un lado su biblioteca variada, desde psicología, hasta mapas de carretera. Su escritorio pesado, tallado en la desnuda madera flores del paraíso que giraban sobre si para sostener una mesa repleta de escondites.
Su tesoro mas preciado era su alcen del siglo XVIII, mas de un ignorante lo había comparado con un barril, sin parar a mirar la maestría con la que se había labrado la madera, Detrás de sus puertas, se escondían un armario, que se ubicaba a los lados, y en la parte central seis cajones forrados en satén, donde guardaba sus plumeros que mas que quitar el polvo lo estaban reteniendo. Evidentemente nunca movía su baul al menos que fuera una ocasión de necesidad urgente, pero era muy rara la ocasión.
Sus dedos recorrieron todos los cajones, parándose en el tercero, que tenia tallado una pluma. Sutilmente, con lentitud abrió el cajón con el pulgar y el índice, eligio un plumero, y sus tres paños a juego.
Sobre su escritorio, había abierto su maleta de viajes. Una maleta que tenia historia, una maleta que fue heredada, e ideal para sus encargos.
Doblo dos uniformes, su bolsa de lencería, esta vez inspecciono sus medias, a veces una carrera era sexy y en otras ocasiones era vulgar e inapropiada. – Me las llevare las dos así no podré equivocarme- (Eso pensaba Lucia, su encargo iba a ser un poco plastificado)
Sus zapatos de charol, sus escalarías que cabían en su maleta, eran ideales, aunque motivo de mas de un registro en el aeropuerto, y sus pertinentes preguntas. No era usual llevar unas escalerillas de viaje, al sacar sus uniformes los policías se sonrojaban y la dejaban pasar.
Su sombra felina y ella cerraron el sótano, tirando la maleta sobre la mesa de la cocina, se miro en la ventana, había que metamorfearse, esa la filosofía de Lucia, los meses sabáticos, sin tratamientos de belleza, ni peluquería, aunque fuera el de Joan, eran historia. Peino entre los dedos sus cabellos alocados, suspiro, dirigiéndose al baño. Dejo el agua correr, puso una tetera a calentar y empezó el cambio bajo los efectos de un te canadiense que reposaba en la tetera. Después de correr por media casa, que era poco práctico, eso de tener todo repartido por ahí, miro su reloj, para ver que solo disponía de una hora para coger el tren de media noche.
Los trenes nocturnos, eran maravilloso, porque Lucia siempre conseguía dos propósitos, volver a un hombre loco durante una noche, y llenar la cartera la albor de la mañana. Una combinación orgásmica, diferente, que solo en pensarlo se le humedecía la boca, por decir un sitio.
Casi a carrera paso, por el control de billetes, a tropiezos, era como si sus piernas se hubiera vuelto gelatina, de un derrape. Llego a una de las puertas de un compartimento. Donde, casualidades de la vida había un revisor, debía ser el compartimento donde todos los novatos iban a parar para que les redirigieran a  sus vagones o compartimentos correspondientes.
Con el billete en la mano, el revisor deslizo la puerta al pasillo del tren.
-        Siga este pasillo, y casi al final esta su compartimento, si necesita cualquier cosa hágamelo saber.
El compartimento era para como mucho dos personas, con baño propio, una nevera, tele, y conexión a Internet.

El tren fue naciendo de la niebla, donde el frío húmedo imperaba en el aire, el entorno era fresco verde, ya en el apedreado anden, todavía, aturdida de la noche pasada, intentaba encontrar en su bolsillo del abrigo, las instrucciones.
El frío empujo a lucia, que ya no sabia si encorvarse, dentro de su abrigo, porque el frio le pellizcaba todas sus extremidades, las medias eran inútiles, y para colmo se le habian olvidado los guantes en la cómoda de la entrada de su casa.
Solo tuvo que entrar para ver a un hombre de gran tamaño,  envuelto en un abrigo, bufanda, y gorro, con un cartel enorme LUCIA.
-        Luego, queremos discreción, pasar desapercibidas…pensó.
Cruzo la mirada con el gorila, el que parece que entendió, que era ella, sin cruzar palabra, la guío hasta el coche. Ya dentro, el chofer se giro, con un pañuelo negro que llego a estar casi en la cara de Lucia.
-        Esto debe ser parte del juego, penso lucia mientras que se colocaba el pañuelo sobre sus ojos.
El trayecto en coche no fueron mas de cuarenta minutos, cuando el coche paro, escucho el golpe del cierre de la puerta. A la par se abria la suya, el chofer le retiro el  pañuelo.
Lucia se encontraba frente a una mansión, de piedra gris antigua, carcomida por el tiempo, e invadida por trepadoras. Tenía aspecto de haber sido un lugar en una época dorada de gran afluencia, majestuosa, en medio de la nada, rodeada de campos de cultivo, y bosquecillos de caza.

-        Bienvenida, espero que el viaje, haya sido tranquilo. Como veras esta casa es muy grande, y requiere mucha atención. Primero te llevare a tu estancia, donde creo que sentirás mas cómoda.
-        Interrumpió le mayordomo, sin cesar de andar escaleras arriba, echando la mirada atrás, para asegurarse de que la porno chacha le estuviera siguiendo, ya en el pasillo de arriba, desacelero, para ver mas de cerca, a Lucia, también para abrir la estancia donde se iba a hospedar.
La habitación era de un tamaño muy considerado, decorado a la Castella, de muebles de madera macizo, la chimenea parecía incombustible, era acogedor.
-        acomódate, dentro de un momentito vendrá una doncella para cambiarte de ropa. Se que tienes uniformes, pero el que usamos aquí, es idóneo, si me entiendes.
Nuestro señor es un poco exigente, las cosas deben estar perfectas, pronto entenderás el porque de las cosas. Dijo el mayordomo, con voz sarcástico
La puerta de la estancia, se abrió tímidamente detrás de ellas una muchacha joven con la cabeza caída, que no levantaba la vista del suelo. Tenía una bolsa negra, con lo que pensó lucia que seria su uniforme. Que inocente…

La muchacha, se retiro su bata, y la miro a los ojos. Para entonces el mayordomo se había esfumado. Su cuerpo estaba plastificado, cubierto de una especie de látex o vinilo que solo dejaba asomarse unos pezones punte aguados, todo lo Degas estaba cubierto.
-        Desnúdate y ponte estos tacones. Disponía la muchacha mientras montaba una especie de spray, lo que empezó a preocupar a nuestra ponochacha.
-        Esto es un poco surrealista, te importa si mantengo una conversación con mi tarro ver. Pregunto Lucia con ojitos de cordero degollado.
-        No tardes mucho.
Lucia, abrió su maleta, sacando una caja de madera, corrió hacia el baño, donde cerro la puerta, sentándose en la taza. Esto era casi un rito, era una forma de romper con la realidad, ¿porque a ver? Porque nadie le dijo que realmente no era necesario maleta, o que la iban a pintar, que en resumidas cuentas era cosa más de guardería que de mansión, pero ya nada le sorprendía.
Lío un waka en el baño que fumo de una sentada, volviendo meter todo sus artilugios en la caja, sus ojos a vidriados, y la alegrías interna momentánea, la colocaban otra vez en la habitación con la “rarita”, que taconeaba el suelo de impaciencia, intentado apaciguar sus nervios. Seguro que ya beberían estar en otro lugar, pero esto era el ritmo de la porno chacha, nada de prisas.
-        Ya estoy, donde me vas a disparar primero.
Para sorpresa de lucia, la “rarita de lo pezones desnudos” se acercaba a su cuerpo desnudo, pasando sus dedos por la espina de lucia. La rodeo, le acaricio los pechos, hasta tener sus labios rozando los de Lucia.
Agarro a la Porno chacha, arrastrándola a la cama, - de verdad, que eres del servicio? Yo soy la que va a ver que trabajo vas a desempeñar, si lo tuyo es la limpieza o la servidumbre. Déjame que te vea bien.
Ya sobre la cama, con la cara enterrada entre almohadas, senita que la presión de las manos cambia, ven aquí, mi chacha, ¿Dónde esta tu plumero? Le gritaba la chica…
Lucia era muy viciosa, no había limites, con un porro y la incertidumbre, solo tenia que dejarse llevarse.
-        A ver ese coñito, será lo que buscamos, lucia sintió una lengua, húmeda, algo raposa, que lamia su clítoris, de vez en cuando le metía la lengua, para ver a la húmeda…sus dedos entraba, salían de esa cueva que vibraba por mas. La voz volvía a susurrarle al oído, tengo un amigo aquí que quiere, saber si tu coño es lo suficientemente grande para aguantar semejante polla.
A esto que lucia pudo darse la vuelta para encontrarse con un enorme negro, ahí estaba ella completamente desnuda cachonda pérdida….
- Quieres follarme…quieres de verdad…Pues ven a por mi coño.
Lucia intento esquívale, para acabar apuntalada contra la cama….- No te voy a dar el placer de meter mi polla en ese coñito, vamos a perforar ese culito, por mala, por guarra…
Lucia se abrió las piernas, para tirar de un hilo que caía de su ano. Lo que dejo al negro boquiabierto, - siempre las llevo puestas nunca se sabe cuando te van a dejar relajada, si me entiende querido. Con lentitud, mientras jugaba con su clítoris, lucia se fue sacando poco a poco unas bolas que iban de pequeño a grande…- Mete tus dedos, masajea este coño….
En ultima bola, lucia invito a la polla con patas que se tumbara, para poder cabalgarle, era su postura anal preferida, aunque algunas veces no era tan anal.
El negro se retorcía de placer, Lucia gritaba mas rápido mas rapido mientras que esa polla entraba y salía de un ano que cada vez se dilataba mas, - escupe cerdo- Méteme esa polla, coge ese vibrador tápame todos los agujeros…venga machote.
El negro no pudo mas, le arranco la polla del culo de la porno chacha para lazarle un montón de sabo por toda la cara, le pellizco los pezones y chasqueo los dedos.
Ahí delante de ella, se reía la rarita, - creo que ya estas lista para entrar en los aposentos del señor….. CONTINUARA

No hay comentarios:

Publicar un comentario